Wednesday, April 4, 2012

¿EN QUÉ SE PARECEN SALADRIGAS, LOS CASTRO Y YOANI SÁNCHEZ?



¿EN QUÉ SE PARECEN SALADRIGAS, LOS CASTRO Y YOANI SÁNCHEZ?


(4-3-12-6:00PM)

Por: Liú Santiesteban


Estos personajes tienen más en común de lo que cabría imaginar. Todos se lucran con el discurso político. Todos siembran exageradas expectativas, para luego decepcionar. Todos están en contra del embargo a Cuba. Todos suelen ignorar a la oposición interna, la pisotean de una u otra forma. Queriendo o sin querer, para que luego no digan.
Todos estos cerebros hablan de prosperidad, de inversiones, de dinero, pero sin mencionar el pluripartidismo, ni las elecciones libres. Eso ni pensarlo, mejor poco a poco, sin sangre. Como si la única alternativa a la guerra armada para liberar a la patria, fuera abrir la piernas como putas, a cambio de unos cuantos dólares. Algunos putas de alto standing eso sí, no de chupa chups por un dólar. Estamos hablando de 6 cifras hacia arriba.

El cambio que requiere Cuba se puede dar pacíficamente sí, pero convocando elecciones libres. Esto sería posible si no se tratara de cubanos dictadores y totalitarios. Si no estuviéramos siendo manipulados por cubanos que traicionan el legado de Maceo y de Martí.
Otra cosa que tienen en común estas personas es que no sé si me dan ganas de abrazarlos o de pegarles un tiro en el medio de la frente. Por un lado se da esa conferencia de Saladrigas en La Habana. Un momento histórico si se mira bien. El primer día en que una voz diferente, una voz del exilio, se abre paso en la Cuba reprimida por los Castro.
Sin embargo, al mismo tiempo, horas antes, ese clan maquiavélico que destroza mi país detuvo a más de 200 opositores para que no pudieran asistir a las Misas del Papa Benedicto XVI.

Y yo me pregunto, y muchos: ¿Qué tienen Carlos Saladrigas y Yoani Sánchez de diferentes con respecto a esos opositores reprimidos? ¿Por qué se les permite a ellos hacer uso de derechos negados a la mayoría de los cubanos?
Según Iván García, la entrada fue libre el día de la conferencia. Pero allí no estaban Oscar Elías Biscet ni Oswaldo Payá ni Martha Beatriz Roque. ¿Por qué?
¿Por qué no puedo yo celebrar ese primer gran paso hacia la democracia que pudo haber sido esa conferencia si su ponente habría tenido la decencia de permanecer fiel a sus principios?
Si el ponente no hubiera faltado el respeto a sus propios padres, que quiso tildar de históricos, pero que al final son también histéricos. Porque esa histeria, señor Saladrigas, la produce el dolor profundo de la represión, la decepción, los amigos muertos, los parques perdidos. Y si yo, que no formo parte del exilio histórico, sino del “hombre nuevo traidor” lo puedo comprender; ¿cómo es posible que usted que lloró solo en un banco, siendo un niño, alejado de sus padres por culpa de los Castro, no lo quiera comprender?

El señor Saladrigas está en todo su derecho de perdonar a los Castro para sustituir a Chávez. Más no tiene ningún derecho a representar a los cubanos que vivimos fuera de Cuba, porque nadie lo ha elegido. Lo increíble es que le permitan hacer esta especie de campaña en el mismísimo corazón de La Habana. Y conociendo a los hermanos de atrás, me pregunto: ¿A cambio de qué señor Saladrigas?
En cuanto a Yoani, hace rato que vengo callando, porque la intención es unir. Pero hay cosas que no puedo tragarme. Como su selectividad a la hora de twittear o escribir, sobre este o aquel opositor. O que reporte un disparo donde hubo una piedra, con foto incluida, porque estaba en el lugar de los hechos antes casi que la policía. Que diga unos días atrás que tenía una aplicación automática para seguir 200 cuentas diarias en Twitter porque es una mentira. Si fuera así, ese programa, automáticamente habría seguido mi cuenta cuando yo comencé a seguirla y eso nunca ocurrió. Era mejor que contara que Ernesto Hernández Busto o quien sea que tiene la contraseña de su cuenta en Twitter, fue quien siguió de forma frenética a tanta gente, para conseguir más seguidores, algo que por cierto recomiendo a quienes quieran aumentar su influencia en esa red social, pues he comprobado que hay mucha gente que te hace follow back.

Lo que tienen en común estas personas, en mi opinión, es que a veces construyen con las manos, pero siempre destruyen con los pies. Hacen más daño que bien a nuestra patria y solo están interesados en su propia prosperidad. El país y el pueblo y sobre todo los opositores, les importan una mierda.
Por un lado tendríamos que sentirnos orgullosos de los Castro, que han abierto un espacio de libertad; pero por otro habría que aplicarles el ojo por ojo mafioso, por matar inocentes, por encarcelar opositores, por elegir muy bien qué voces tienen derecho y cuáles no los tienen.

Por un lado tendríamos que estar agradecidos de Saladrigas, que ha dado el primer discurso alternativo en la Habana; pero por otro habría que condenarlo, no solo por ignorar a la oposición, y pactar a sus espaldas algún jugoso trato económico con los diablos, sino por insultar, encima, a un buen número de cubanos que merece respeto. En democracia eso es así y si él fuera tan tolerante como predica ser, jamás habría utilizado la frase exilio histérico; o al menos habría mencionado claramente al desgobierno histérico cubano.

Por un lado tendríamos que vitorear a Yoani Sánchez, por tantos premios mundiales que han puesto nuestra causa en los titulares del mundo, pero por otro siempre habrá que recodarle que hay gente que necesita la repercusión que ella puede darle. Gente de la que se olvida. Gente importante que está arriesgando todo lo que ella salva en su casa, por la libertad de todos nosotros.
Cuba necesita debates, pero no sólo de economía, sino también política. No solo con “conversos” como Saladrigas, sino también con “histéricos” históricos que merecen respeto y con algún comunista o fidelista, que se atreva a contestar con repeticiones aprendidas a las ideas originales, a los argumentos del dolor y la pobreza, a los derechos que nos violan, por mucho que repitan como loros que Cuba es el país más democrático, que todos tenemos los mismo derechos, porque no es así, aunque salgan los once millones de cubanos a aplaudir, desde el Cabo de San Antonio hasta la Punta de Maisí.
Eso es otro punto que tienen en común Carlos Saladrigas, el Clan de los Castro y Yoani Sánchez: Ellos tienen DERECHOS que ningún otro cubano tiene. O mejor, la dictadura les deja ejercer esos derechos sin ir a la cárcel, ni ser apaleados y mucho menos asesinados.
¿Será por el dinero?


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